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La única salida posible

En esta legislatura, donde existe un gobierno en minoría, sería el momento de iniciar el diálogo para poner en marcha un nuevo proceso constituyente

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Las movilizaciones en Cataluña, provocadas por la intervención del Gobierno de España impidiendo la celebración del referéndum programado para el próximo 1 de octubre, han demostrado que estamos en una situación de la que, aparentemente, sólo se puede salir o con la independencia de Cataluña del Estado Español o con la permanencia de Cataluña dentro de España pero con un conflicto social no resuelto a base de represión.

Por lo tanto es fundamental encontrar una salida pactada que mantenga un status quo haciendo ciertas concesiones a una y otra parte.

Hoy más que nunca es fundamental abrir un proceso constituyente donde se negocie, entre todos, la superación del Régimen del 78 para la constitución de una nueva República Federal, donde las aspiraciones separatistas y de unidad nacional, encuentren un punto de equilibrio.

Este proceso no va a surgir de las instituciones nacionales debido a que se encuentran enquistadas en una demostración de fuerza con respecto al pueblo catalán, que demuestra igualmente su fuerza con la movilización social en las calles. Por lo tanto es una demanda que ha de surgir en las calles, en busca de la paz social, como modo de encontrar un punto de encuentro, haciendo torcer el brazo de las dos administraciones enfrentadas si fuera necesario a través de una huelga general indefinida acompañada de la movilización social en todo el Estado.

En esta legislatura, donde existe un gobierno en minoría, sería el momento de iniciar el diálogo para poner en marcha un nuevo proceso constituyente con la obligación de entenderse entre todos, por un bien común, la paz social.

Nada se va a conseguir mediante las reglas de juego vigentes en la actualidad, las cartas están marcadas donde lo único que podemos esperar que a nadie “se le escape un tiro”, las víctimas en estos casos siempre las pone el pueblo.

El modelo del 78 se encuentra ampliamente agotado. Para darse cuenta de ello únicamente hay que ver las noticias, el conflicto catalán, los índices de paro, la precarización de la clase trabajadora, la deslocalización de empresas con la desaparición de economía productiva que le sigue, etc. Basta analizar la vigente Constitución Española para ver como los artículos dedicados a la protección de la clase trabajadora son pisoteados una y otra vez. Todo ello dentro de una planificación perfecta.

Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal estadounidense entre 1987 y 2006, declaró ante el Congreso de Estados Unidos que gran parte del éxito de la economía estaba sustancialmente basado en la “creciente inseguridad de los trabajadores”. Silos trabajadores se sentían inseguros, si formaban parte de lo que hoy llamamos “precariado” y llevaban existencias precarias, no plantearían reivindicaciones, no tratarían de lograr aumentos de salarios ni obtener prestaciones sociales. Ni que decir tiene que este modelo se ha instalado “exitosamente” entre nosotros hace ya demasiado tiempo. De esos polvos estos lodos.

Las instituciones han demostrado ser insuficientes para llevar a cabo un proceso constituyente, de ahí que tengamos la responsabilidad histórica de llevarlo de la calle al Congreso.

“Nosotros somos aquellos a quienes estábamos esperando”
June Jordan.

Salud.

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