Las dos muy diferentes, pero con historias paralelas. Jerez fue testigo en este año que termina de dos trágicos episodios de violencia de género. La primera, Juana López, en la barriada del Pago de San José, moría degollada a manos de su marido en el mes de mayo. Poco tiempo atrás había puesto a fin a la relación con su agresor, que no encajó bien la decisión de separararse y comenzó entonces a amenazarla para que volviesen a estar juntos. El día de los hechos, el ex compañero sentimental de Juana y presunto homicida viajó desde Montellano (Sevilla) donde residía con las ideas claras. Una herida por arma blanca en la yugular le causó finalmente la muerte.
La historia se repetía tan sólo seis meses más tarde. Li, una mujer de nacionalidad china que residía en Jerez fue hallada muerta en el domicilio que compartía con otros compatriotas, entre los que se encontraba su pareja sentimental que la estranguló cuando se encontraban solos en la vivienda de la barriada Los Pinos. El incidente provocó gran conmoción por lo macabro del suceso, ya que el presunto autor de la muerte de esta mujer, que en un primer momento se pensó que estaba embarazada, intentó descuartizar a su víctima e introducir el cadáver seccionado en una maleta para deshacerse del mismo. De hecho, el individuo había comenzado a seccionar un brazo cuando fue sorprendido por la Policía Local, que acudió al domicilio tras la llamada de los vecinos, inquietos por la fuerte discusión que habían escuchado pared con pared, y por los mismos compañeros de la víctima, que al comprobar la escena cuando llegaron a medianoche del trabajo trataron de disuadir al agresor de sus espeluznantes intenciones.
A priori, esas dos mujeres no tenían nada que ver. Juana era natural de Jerez, de sesenta y cinco años de edad y madre de familia. Li era de origen asiático, no había cumplido los cuarenta y madre también de un hijo de diez años que tuvo que dejar en China para venir a España y ganar algún dinero.
Tanto en un caso como el otro el Ayuntamiento decretó dos días de luto oficial y la ciudad se volcó en las dos concentraciones en repulsa por la violencia de género, una lacra palpable aún y difícil de erradicar en la sociedad actual.
En el Ayuntamiento, en temas de seguridad, también se produjeron a cambios. Hace un par de meses saltaba la noticia de los cambios de Gobierno de la alcaldesa, Pilar Sánchez. En estos movimientos de ficha el delegado del ramo, Juan Manuel García Bermúdez se quedaba con Movilidad y Recursos Humanos y cedía forzosamente la cartera de Seguridad a la responsable de Medio Rural, Mª Carmen Martínez. Apenas acaba de tomar las riendas de la Jefatura cuando el SIP (Sindicato Independiente de la Policía Local)se sublevaba exigiendo más medios y convocó una huelga de “multas caídas” que apenas duraba 24 horas, tras alcanzar un acuerdo con la delegada del área.
La construcción de la Comisaría sigue quedando pendiente, a la espera de que en este año 2009 que comienza se produzcan avances. La última noticia es la intención del Gobierno de “desbloquear “ la situación, pero “necesita dinero” para comenzar las obras, para lo cual habría que vender las instalaciones actuales existentes en Arroyo y Circo y requiere la colaboración municipal para que se quede o venda esas instalaciones realizando una permuta.
Ejemplares y modélicos parecían ser los integrantes del clan de Los Flores, la mítica Banda de la Carretera. Los cuatro cumplían penas en prisión pero aprovechaban los fines de semana que tenían de permiso para delinquir. A finales de agosto protagonizaron un tiroteo con la Guardia Civil en el que falleció uno de los integrantes y otros dos resultaron heridos.
A la banda se le atribuyen numerosos crímenes en la provincia. El principal, la muerte en El Marquesado de la joven de diecinueve años Tamara Leyton, y otros sucesos más, como los disparos que casi acaban con la vida de un guardia civil durante un control rutinario en Setenil, o los numerosos asaltos con heridos en diferentes puntos de la provincia. La banda había fijado su base de operaciones en Jerez, concretamente en la calle Zeta, en Federico Mayo. Una vez configurado este aparato logístico habían comenzado a desarrollar su actividad delincuencial en municipios más escondidos de la Sierra para pasar inadvertidos. Cristóbal, el fallecido, tenía que regresar a la prisión de Huelva el domingo 24 de agosto, mientras que los hermanos Francisco y Fernandpo Flores Nieto estaban internos en el CIS de Jerez a la espera de obtener la libertad condicional. El director del centro penitenciario onubense, Manuel Osuna, declaró estar muy sorprendido con la doble vida que había llevado Cristóbal Flores, de comportamiento intachable, incluso llegó a protagonizar un documental del programa Informe Semanal como uno de los grandes beneficiarios de eso que llaman inserción social penitenciaria. Los otros dos, tampoco despertaron nunca ninguna sospecha.
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