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Brassica, lo que no debe volver a ocurrir

ndependientemente de la vertiente laboral ha estado por medio la atención nutricional a millares de escolares.

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No deja de ser extraño que una empresa que se vio inmersa en uno de los casos más escandalosos de los últimos años, el de Quality Food, independiente de su resolución, consiguiera rehacerse de la mala prensa que le reportó la aventura y en pocos años estuviera sirviendo a decenas de comedores dependientes de la Junta de Andalucía, a cuarteles dependientes del Ministerio de Defensa y a hospitales privados.

Habría que hablar de un empresario excepcional para resurgir de un escándalo cual ave fenix, o como José María Ruiz Mateos, en tan poco tiempo y en la misma actividad conflictiva que en otro caso hubiera acabado con la carrera empresarial de personas sin ese don de supervivencia, que no obstante, terminan -en ambos casos- volviendo a caer.

Pero independientemente del conflicto empresarial y laboral que ha ocasionado el empresario isleño Manuel García Gallardo, está en este caso la naturaleza de su actividad y los destinatarios de una buena parte de sus servicios, niños en edad escolar a quienes sus padres dejaban en los comedores escolares en la confianza de estar en las mejores manos posibles.


Lo que han narrado muchos de esos padres y los responsables de los centros en el expediente que se envió a la Junta de Andalucía y que la Junta de Andalucía no fue capaz de atajar con más urgencia que la mostrada, supone un plus de gravedad al problema, amén, de confirmarse todo, de un ejemplo de hasta dónde no debe llegar una empresa para mantenerse en un mar de dificultades por las que pasan muchas empresas sin necesidad de recurrir a determinados procedimientos.

Queda mucho por aclarar, pero sobre todo, esperar que por esta vez haya dos sin tres.

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