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La energía solar llega a la acuicultura para abaratar costes de producción

La bahía está preparando el gran desembarco en el sector de la exportación a nivel mundial y el valor añadido a la hostelería y el turismo de un producto autóctono como el pescado de estero.

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  • Planta experimental.

La energía solar llega a la acuicultura casi a la misma vez que el Gobierno llega a la energía solar. O mejor dicho, que da el paso decisivo pero reversible -eso dice toda la oposición y piden las asociaciones de consumidores y usuarios- a lo que se ha dado en llamar el “impuesto al sol”.

Sólo que en el caso de la acuicultura, el sistema no se va a ver afectado, lo que no quiere decir que la acuicultura en general, como todas las actividades, no se vea afectada por ese impuesto sin compensaciones que se ha aprobado. 

Los estudios preliminares detectaron en qué lugares de las piscifactorías se detectaban mayores consumos, aunque partiendo de la búsqueda de soluciones para las zonas más alejadas que tienen que funcionar con generadores porque no están ligadas a la red eléctrica convencional.


Esos consumos se concentran en los sistemas de bombeo y la iluminación que se requiere para el proceso de desarrollo de los peces. La necesidad de incrementar la temperatura en los tanques de cultivo de alevines, especialmente durante el invierno, exige el uso habitual de resistencias de calefacción de alta potencia durante un tiempo prolongado, con las correspondientes consecuencias a nivel de costes.

“Hemos elaborado un manual de buenas prácticas y propuesto medidas de ahorro de energía, entre las que destacan: mejorar el mantenimiento de motores en los sistemas de bombeo; emplear nuevas tecnologías LED para todos los sistemas de iluminación de la planta, especialmente en las fases de cría y preengorde; utilizar sistemas solares térmicos en los tanques de cultivo; y renovar los sistemas de bombeo”, detalla Rafael Jiménez, especialista en ingeniería energética avanzada de AQUASEF, proyecto centrado en la mejora ambiental de la actividad acuícola a través del desarrollo de tecnologías ecoeficientes.

Pero además han diseñado y fabricado un equipo compacto fotovoltaico específico para el sector acuícola que permite disponer de un punto de suministro eléctrico para conectar pequeñas y medias cargas en emplazamientos aislados de la red eléctrica convencional.

“Desde puntos de iluminación, sistemas de transmisión de datos, conexión de balanzas u otros instrumentos y pequeñas herramientas que son necesarias muchas veces en puntos remotos de las instalaciones. Entre otras ventajas, con este equipo se evita el uso de grupos electrógenos y se ahorra el coste de combustibles y mantenimiento del grupo”, explica Jiménez.

Ahora el proyecto inicia una nueva fase, donde los expertos van a realizar las pruebas finales de estos equipos y verificar si las medidas de protección contra ambientes salinos son efectivas y qué medidas correctoras deben ser adoptadas. “Hemos elegido como zona de ensayo una instalación acuícola compleja, con viento de alta intensidad y humedad, salinidad y temperatura elevadas, por lo que esperamos poder verificar la viabilidad”, añade.

Además de diseñar este equipo compacto fotovoltaico, AQUASEF está trabajando en la utilización de dispositivos de disolución de oxígeno de alta eficiencia y nuevos diseños de tanques de cultivos de fitoplancton, con el objetivo de generar biomasa de microalgas como complemento alimenticio en las primeras fases de desarrollo de los peces y que además suponen una efectiva manera de capturar CO2.

Este proyecto está coordinado por ARIEMA, y cuenta con un consorcio formado por Heliotrónica Sistemas, D&B Tech, Esteros de Canela y el Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía (CTAQUA). Los promotores de AQUASEF esperan que la aplicación de todas las tecnologías planteadas en el proyecto permita una drástica reducción de las necesidades energéticas y de oxígeno líquido y con ello una disminución de los costes de producción.

Los trabajos en el sector acuícola están tomando una dimensión desconocida hasta ahora, después de un parón de años, justamente cuando la Bahía de Cádiz pretende convertirse en un plazo de cinco años en una potencia capaz de crear empleo, exportar y a la vez aportar al turismo y a la hostelería el valor añadido de la calidad del pescado de estero y de especies que en la zona de la bahía tienen unas caracteríasicas especiales, según manifestó a este periódico el gerente de Ctaqua, Juan Manuel García de Lomas.

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