Hubo un tiempo en San Fernando en el que se presumía de que la ciudad estaba de moda. Era el año 2004 y los siguientes hasta que se rompió el embrujo y cuando La Isla pasó en sólo cuatro años de contar con 88.490 habitantes a los 96.155, a razón de más de un milla de habitantes por año.
Entre 2004 y 2008 se produjeron los mayores aumentos de población, años que coinciden con el auge de la vivienda, cuando se construye toda la zona de Camposoto y cualquier manchón pasaba a ser ocupado por un bloque de pisos, la mayoría con buen fin y los proyectos más tardíos con las ruinas todavía recordando la época gloriosa.
A partir de 2009 el crecimiento poblacional de La Isla siguió adelante, pero ya muy alejado de esos más de mil habitantes anuales y entre 2009 y 2011el crecimiento apenas fue de 500 personas, marcando la decadencia que ha llevado a la ciudad a contar ahora con 95.335 personas censadas. O sea, en los valores de 2007.
Entre 2012 y 2017 se han desvanacidos los eslóganes de los políticos publicitando las bondades de la ciudad como destino de muchas personas, sin contar con que se producía también una progesiva despoblación de la capital de la provincia y La Isla se convertía en la mejor opción.
En La Isla, a pocos kilómetros de su lugar de origen, el precio de la vivienda, aun siendo alto, no llegaba a las cifras astronómicas de Cádiz y en San Fernando se había abierto la veda para urbanizar todo lo urbanizable, dejando al suelo industrial un papel testimonial.
Uno de las consecuencias de cómo afectó esa fiebre urbanizadora en La Isla durante el periodo de la tiranía del ladrillo se detectó cuando los ciclos de sequía ponían en serios apuros el regado de las zonas verdes, que se tenía que hacer con agua potable.
La respuesta del Ayuntamiento de San Fernando a las críticas por esa práctica poco recomendable era a la vez una acusación contra los propios responsables políticos, ya que la imposibilidad de aprovechar el agua del subsuelo se había evaporado porque el subsuelo ya no recibía agua de la lluvia. No porque no lloviera sino porque el cemento había ocupado la tierra por la que antes se filtraba el agua.
Poca o mucha
Entre 2012 y 2017 el número de censados en San Fernando ha descendido en 1.129 personas y desde 2015 a 2017 -que es el periodo con el que los socialistas disparan al anterior gobierno con las cifras del paro- hay 488 personas censadas menos.
Ateniéndose a la trayectoria poblacional de San Fernando en estos años y sumando aquellos que sencillamente han dejado de ser demandantes de empleo en las oficinas del SAE, es lógico pensar que la práctica habitual de comparar números sin circunstancias está bien para los políticos, pero las cuentas de la vieja sólo engañan a los que quieren ser engañados a a los que se han acostumbrado a que traten de engañarlos.
La demanda de mano de obra en tiempos de bonanza propicia que muchas personas que están en sus casas en el nunca ponderado oficio de “sus labores” decidan aprovechar la coyuntura y sumar un sueldo a la unidad familiar, lo que les permite integrarse en la rueda consumista que mantiene la maquinaria en movimiento.
Se suman aquellas que en tales momentos están estudiando y se sienten tentadas por los altos sueldos, aunque arinconando carreras que luego se han visto obligadas a retomar. Unas y otras y algunas más son las que luego vuelven a sus ocupaciones anteriores. Y no vuelven a demandar empleo.