El tiempo en: Jerez
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Sevilla

'Transamazonia': La niña milagro

La cineasta sudafricana, afincada en Alemania, Pia Marais, cosecha del 71, dirige una mirada valiosa y relevante a la guerra sin cuartel en la jungla amazónica

Publicado: 12/11/2024 ·
13:14
· Actualizado: 12/11/2024 · 13:14
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
  • Transamazonia. -

Esta niña milagro se llama Rebecca y sobrevivió, con heridas que le dejaron cicatrices en su rostro y en su psique. Esta niña milagro fue descubierta, y salvada, por un nativo de una tribu autóctona, llena de hormigas y maltrecha, en el imponente paisaje de la selva amazónica.

Aún en el hospital, supo que tenía un padre misionero y se fue a vivir con él. También supo que estaba dotada de poderes sanadores, algo que hizo que su fama creciera, se la conocía también como Miss Aspirina, no sólo entre la congregación del progenitor sino más allá.

Años después esta niña es una joven, muy apegada a su padre, cuyas manos siguen curando. Pero deberá enfrentarse a un peligroso reto cuando el jefe de una empresa maderera, cuya mujer está en coma, reclama sus servicios a cambio de abandonar la salvaje deforestación que perpetra su equipo. Y…

La cineasta sudafricana, afincada en Alemania, Pia Marais, cosecha del 71, dirige una mirada valiosa y relevante a la guerra sin cuartel entre los habitantes de una bella e inmensa jungla y estos mercenarios que se proponen destruirla salvajemente.

Una mirada a una naturaleza, tan fecunda y hermosa como expoliada, a la que contempla con una serenidad y un dolor que daña cada vez que abaten un árbol.

Una mirada al conflicto de la protagonista, entre las ambiguedades paternas y la decisión de sus jóvenes amigos de no permitir esta masacre medioambiental.

Una mirada entre política, ecologista, de orígenes familiares, espiritual y mística que, lamentablemente, no acaba de cuajar. Porque su guion, que escribe la propia realizadora junto a Willem Droste y Martin Rosefeldt, es disperso y carece de una sólida estructura narrativa.

Porque igualmente esta escritura provoca que su puesta en escena tan contemplativa, con el paisaje como un elemento dramático más, diluya la radicalidad de las críticas y convierta al relato en errático y por momentos confuso.

Lo que afecta también al esquematismo en el trazado de los personajes. Una verdadera pena, pues podría haber sido una obra lírica, épica y mayor, aunque sus valores ya citados estén ahí.

Coproducción entre Francia, Alemania, Brasil y Suiza, de 112 minutos de metraje. Su grandiosa fotografía se debe a Mathieu De Montgrand. Del muy irregular reparto, por el maniqueísmo de las composiciones, destacar a Helena Zengel.

Escrito queda.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN