L a presencia del cardenal Carlos Amigo Vallejo en la ciudad de Sevilla siempre es reconfortante tanto para él como para los sevillanos. Su huella es larga e imborrable. Anoche tuvo a bien participar en El Programa de Ondaluz Sevilla, en donde repasó los aspectos más significativos de la actualidad de nuestras hermandades.
Vuelve usted por Sevilla ahora de manera más habitual después de algún tiempo no en el olvido pero sí tras la barrera.
–Había hablado con el señor arzobispo cuando marché ya para Madrid y le comentaba que mi intención era desaparecer algunos años de todo el ambiente donde había estado, pero esto lo he hecho siempre, como cuando estuve en Marruecos. Creo que se van cumpliendo etapas y uno tiene que llevarse lo mejor pero al mismo tiempo uno también tiene que saber renovar un poco la casa.
Han pasado ya más de tres años de su marcha y parece que fue ayer.
–Es la misma sensación que tengo yo. Las huellas en mí han sido tan grandes que el tiempo pasa pero el afecto por las personas se agranda en la distancia. Están más vivas que nunca. El tiempo pasa pero los amores permanecen.
¿Cómo sigue la actualidad de nuestras cofradías desde la capital española?
–A través de la prensa, pues muchas veces las noticias de las hermandades aparecen incluso en primera página. También de vez en cuando tienes tus disgustillos cuando ves que hay algún conflicto en las cofradías, porque aunque parezcan superficiales los sentimientos siempre están muy dentro de los hermanos y cuando de verdad te metes en una hermandad sabes que la gente sufre. Más que una asociación son familias.
¿Cómo hay que entender la Semana Santa de Sevilla?
–Con todos los respetos, la Semana Santa de Sevilla no se puede ver desde un balcón. Hay que estar con la bulla, respirando con la respiración de la gente y oliendo el incienso, la cera y las flores, que sí, que es lo de siempre, pero en cada barrio huele diferente.
¿Y a qué huele el Buen Fin?
–El Buen Fin es diferente. El Buen Fin es el Buen Fin. Cuando uno sabe explicar las cosas porque el sentimiento domina dice es que Sevilla es Sevilla y todos lo hemos comprendido. No es que sea mejor ni peor, es que es lo mío. Además, es un referente para todas las hermandades con el centro de estimulación precoz.
¿Conoce el Papa Francisco a través de usted cómo se vive la religiosidad popular en esta ciudad?
–Hay tres pilares fundamentales: la fe, la familia y la cultura, y esto último se vive distinto en cada sitio. En mi pueblo, por ejemplo, poner a una imagen en Semana Santa con flores es una falta de respeto. En Sevilla no ponerlas es sencillamente ramplonería. Y es la misma imagen, la misma representación. Y otros obispos y cardenales te dicen, es la gran fiesta de Sevilla. Y es verdad, pero eso quiere decir superficialidad. Lo que ocurre que el sevillano tiene sus características y los sentimientos son profundos y claros.
¿Qué debe traer el Papa Francisco a la Iglesia?
–Un deseo de sencillez, de sinceridad, ya lo está haciendo. De todas maneras no olviden que el Papa es jesuita, que es cercano pero que toma sus decisiones con mucha seguridad. Lo que ocurre es que no le gusta la espectacularidad. Las cosas grandes las hace con fortaleza pero casi sin que se entere nadie.
Cada año cuando se habla del pregón de la Semana Santa se habla de don Carlos. ¿Ha llegado el momento en el que Sevilla deba dejar de esperarle en el Maestranza?
–Que dejen de esperarme. Me lo han ofrecido, y no lo digo con vanidad, en tres o cuatro ocasiones y la última con una gran insistencia y debo reconocer que estuve a punto de claudicar. Sé que es un gran honor pero no me encuentro yo allí en medio del teatro de la Maestranza. Además es un estilo literario muy difícil y sino eres capaz de sacar lo mejor del sevillano terminarán diciendo: es un pregón para leer. Mala crítica... (risas).
¿Qué opinión le merece el enfrentamiento que tuvo lugar en Torreblanca?
–Pues que detrás de todo ello hay personas que sufren mucho. Es que el honor de la familia de ese hermano mayor, de ese costalero, es muy importante. Y una hermandad tiene que cuidad mucho a sus hermanos y no existe ninguna razón para quitarle el honor a un hermano.
¿Qué instante echa en falta desde la lejanía cuando llega la Semana Santa?
–Cuando entre el Cristo de los Gitanos en la Catedral.