El veterano jinete Fermín Bohórquez, que actuaba hoy por última vez en la plaza de la Maestranza, cortó la única oreja de la desangelada corrida matinal de rejoneo de la feria de Abril de Sevilla, celebrada con lluvia intermitente.
FICHA DEL FESTEJO:
Seis toros, despuntados para rejones, de los hierros de Benítez Cubero y Pallarés, de buena presencia y de juego manejable en su conjunto.
Fermín Bohórquez: rejonazo contrario (oreja).
Joao Moura hijo: rejonazo contrario (vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja).
Leonardo Hernández: rejonazo contrario (ovación tras leve petición).
Manuel Manzanares: rejonazo delantero perpendicular y descabello pie a tierra (ovación tras leve petición).
Luis Valdenebro: pinchazo y medio rejonazo trasero (vuelta al ruedo tras leve petición).
Lea Vicens: dos pinchazos y rejonazo desprendido (vuelta al ruedo).
La plaza se cubrió en la mitad de su aforo, en el décimo segundo festejo de abono de la feria de Abril, en mañana nublada y fresca y con lluvia intermitente.
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OREJA DE DESPEDIDA
Al cumplir tres décadas justas en la profesión, el jerezano Fermín Bohórquez se despide este año de los ruedos. Y en la mañana de hoy le tocó decirle adiós a la plaza de la Maestranza de Sevilla, donde protagonizó, junto a otros grandes jinetes de los años noventa, muchos buenos momentos de la que se ha dado en llamar la edad de oro del rejoneo.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces, con la llegada de una nueva generación de rejoneadores, y a Fermín le correspondió hoy representar el papel de vieja gloria y de espejo de un estilo más sobrio y ortodoxo de monta y de toreo a caballo.
Su faena al primer toro de la matinal estuvo marcada por esos parámetros de principio a fin. Siempre fiel a su concepto y sin buscar en ningún momento el alarde para la galería, el jerezano clavó las banderillas con limpieza y temple, y en especial en dos buenos pares a dos manos sobre el tordo "Melero".
La prontitud al matar al toro berrendo de la despedida le granjeó a Bohórquez esa última oreja que corta en la plaza de Sevilla y que paseó por el albero en una vuelta al ruedo con cierto aire melancólico.
Otra oreja más mereció el portugués Joao Moura hijo, por mucho que la presidenta se negara a atender una petición mayoritaria. La de este otro jinete de dinastía fue la labor de más nivel de la corrida, en tanto que atacó siempre en rectitud a otro berrendo de Benítez Cubero para colocar los palos y lo lidió y toreó con mucho temple y sentido entre cada embroque.
Arreció la lluvia justo al final de la faena, por lo que Moura se vio obligado a abreviar ante los resbalones que sufrían sus caballos, pero, aun así y tras un rejonazo efectivo, hizo suficientes méritos para obtener el premio que finalmente le negaron.
A partir de ahí, la corrida fue decayendo en brillantez, en tanto que Leonardo Hernández se obcecó en mantener demasiado tiempo en el ruedo a un caballo que no le ayudó a resolver con el tercero, antes de que el toro se aplomara.
En el siguiente turno, Manuel Manzanares se dilató en la lidia de un ejemplar que se lesionó en los cuartos traseros y que terminó por echarse en la arena, ante el que el alicantino no pasó de discreto.
Ya cuando el sol se impuso a las nubes, Luis Valdenebro le hizo un trasteo valiente y con altibajos al quinto, mientras que la amazona francesa Lea Vicens rejoneó con más elegancia que ajuste al bravo toro que cerró un festejo de escasas emociones.