El suicidio constituye un gran problema de salud pública a nivel mundial y, en España, es
la primera causa externa de mortalidad entre los 15 y 29 años. En este sentido, los profesionales han identificado un incremento de perfiles de jóvenes con autolesiones y riesgo de suicidio desde el inicio de la pandemia, e insisten en la necesidad de desestigmatizar el cuidado de la salud mental para abordar este problema que sin duda requiere de una actuación urgente.
Potenciar los factores de protección, clave para la prevención
Muchos jóvenes han experimentado los efectos psicológicos, económicos y sociales de la pandemia. Sin embargo, no ha sido el único factor determinante, sino que
vivimos en una sociedad marcada por el consumismo, el estrés, y que busca constantemente la felicidad.
Los expertos consideran que
es fundamental comprender los motivos y circunstancias que llevan a la conducta suicida para prevenirla de forma eficaz. Por ello, las actuaciones preventivas han de actuar en todos los niveles posibles para detectar las autolesiones o conductas suicidas lo antes posible, facilitando la adquisición de habilidades psicológicas y socioemocionales para gestionar el sufrimiento de manera constructiva.
Es fundamental estar atentos a diversas señales de alarma, como la
tristeza profunda, expresiones como ‘la vida no tiene sentido’, el aislamiento social, el descuido en la higiene personal, marcas o heridas en la piel inexplicables, así como revisar el contenido que consumen a través de Internet. No obstante, los profesionales advierten que, aunque la prevención en muchos casos es un factor determinante para la recuperación, en el 70 % de los casos de suicidio, los familiares percibieron estas señales y aun así, fueron incapaces de evitarlo.