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Torremolinos

La Carihuela, gloria marinera de Torremolinos

Torremolinos no es sólo turismo, fiesta, deportes, playa y sol. Es también arte, cultura, crisol de civilizaciones. En estas crónicas, Jesús Antonio San Martín, desarrolla lo más representativo del ayer y el hoy de Torremolinos.

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Hace siglos, los pescadores de las no muy lejanas poblaciones de Churriana, Los Boliches, Torre del Mar y Velez Málaga venían a faenar con cierta frecuencia al litoral de Torremolinos, debido a la abundancia de pesca de sus casi vírgenes aguas. Con el tiempo, hacia finales del siglo XVIII, muchos de aquellos curtidos lobos de mar optaron por quedarse a vivir en este paraíso marítimo. Se establecieron a lo largo de las arenas del barrio de pescadores, engrosando el pequeño núcleo de población que indudablemente ya existía desde tiempos inmemoriales y, qué duda cabe, desde la época árabe, pues tuvo que haber sido en esta época cuando se le dio al poblado pesquero el nombre de "La Carihuela". En efecto, "carihuela" parece ser vocablo árabe que engloba los términos "cari" (zarzamora) y "huello" o "huelo" (camino o senda habitual).
Una "carihuela" sería, pues, un "camino abierto entre zarzamoras". En los tiempos a los que aludimos, Torremolinos constaba básicamente de tres núcleos de población: el harinero, que vivía en los molinos y sus aledaños; el hortelano o labriego, que ocupaba una zona de El Calvario, muchos de cuyos habitantes se desplazaban a trabajar como asalariados en campos muy alejados de sus viviendas, y el pesquero, ubicado en la playa de La Carihuela, lo que no es óbice para suponer que no existiera algún pequeño núcleo de pescadores en el litoral de Playamar.
En el caso de nuestro poblado pesquero, es patente que quienes vivían de la pesca se obligaban a subir desde la playa hasta el núcleo de población harinero e incluso hasta el hortelano para vender sus productos, aunque también pudiera ser que los vecinos de las zonas de arriba bajasen a aprovisionarse de pescado a la misma playa. En ambos casos, es evidente que unos y otros vecinos debían transitar por alguna vereda zigzagueante que, lógicamente, en los primeros tiempos, se habría abierto entre la maleza, seguramente consistente en zarzales, pues no se conciben las escarpaduras o declives del terreno, sean costeros o de interior, sin estar cubiertos de tosca vegetación. Son precisamente esas veredas zigzagueantes entre la maleza las que se opina que los árabes conocían como "carihuelas" o "carigüelas". De ahí vendría la denominación de "La Carihuela" dado al barrio de pescadores de Torremolinos.
Curiosamente, en las Alpujarras granadinas aún hay abuelos que recuerdan que sus antepasados llamaban "carigüelas" a los viejos senderos llenos de zarzas. Y curiosamente también, en el pueblo Granadino de Píñar se encuentra la famosa cueva prehistórica de "La Carigüela" (que muchas veces aparece escrito como "La Carihuela"), una de las más importantes de la Península, a la cual se accedía por rudos caminos de matorral.
Sea como fuere, nuestra torremolinense Carihuela se ha convertido en el barrio internacional del "pescaíto", aunque más que barrio, debiéramos decir "reino", pues La Carihuela es rey (o reina) del "pescaíto", gracioso vocablo que se originó precisamente aquí, cuando en pleno corazón del siglo veinte los carihueleños obsequiaban a los turistas, bajo los chambaos, con la típica tapa de fritura marinera que dieron en llamar "pescaíto". Hoy La Carihuela es la suprema autoridad de los marineros restaurantes y chiringuitos, la gran "pata negra del jamón del mar". La Carihuela suena a "pescaíto", sabe a "pescaíto", huele a "pescaíto". Las glorias pesqueras de La Carihuela alborozan las mesas de FITUR y de las provincias españolas a las que alcanza la promoción turística de Torremolinos. El "pescaíto" de La Carihuela se mezcla con el recuerdo de las playas de Torremolinos en las mentes, en los corazones y en la añoranza de los millones de visitantes que regresan a sus lugares de origen después de pasar inolvidables días en Torremolinos, días de vino, rosas y amor… Muchos tal vez regresen y anclen aquí su barco para siempre.

PLAYA DE LA CARIHUELA
(Soneto de Jesús Antonio San Martín)

Quiero ser niño en tu suave arena,
playa sin par de La Carihuela,
ser de tus olas la blanca estela
que alegre besa tu tez morena.

Quiero en tu mar apagar mi pena
que, del amor, con tesón recela;
gaviota ser que, expectante, anhela
sobre tu brisa volar serena.

Sal de tristeza que se disuelve,
mi corazón a tu sol se eleva;
quiero sentir que tu amor me envuelve,

ver que mi pena tu mar se lleva
-igual que el barco que ya no vuelve-
y comenzar una vida nueva.

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