Gran comercio on-line, filibusteros del s XXI
Parece un inmenso avance, una muestra del progreso, pero en realidad es un Caballo de Troya que destroza toda la economía de países enteros. Multitud de personas sentadas ante su ordenador, piensan erróneamente, que es una bendición tener grandes plataformas comerciales On-line, tipo Amazon, Ali-baba,... al alcance de su teclado. Un regalo de los dioses, una muestra más del triunfo de la libertad, de la libre empresa, del libre comercio. Piensan que, comprar una mercancía por un menor coste y que esta llegue a la puerta de su casa sin mayores problemas, es un signo inequívoco de modernidad.
Se equivocan porque el desarrollo de este nuevo comercio electrónico está arruinando las economías reales, no virtuales, de pueblos y ciudades. Y estas personas, adictas a las compras por internet, pensaran que eso no va con ellas. Que ellas sólo ejercen el derecho a elegir y comprar lo que desean en las mejores condiciones del mercado. En eso no se equivocan, porque las ventajas que obtienen son evidentes. Y cabe preguntarse ¿Por qué, a pesar de la logística que debe salvar enormes distancias, adquirir los productos on-line “trae más cuenta”?
Dos observaciones pueden ayudar a encuadrar la inmensa problemática que ya se padece. La primera es que el fundamento de este comercio on-line reside en la competencia desleal, en el filibusterismo comercial moderno. Porque, en multitud de casos, aquello que se comercializa tiene unos costos de producción no homologables con los producidos en la economía real cercana. Las empresas que los fabrican burlan, en infinidad de ocasiones, las normas laborales o se ajustan a sistemas de semi-esclavitud, tampoco cumplen con una fiscalidad homologada y, además, cuentan con subvenciones para la distribución mundial de los productos. En realidad son enormes “industrias extractivas” de plusvalía entre países. Un claro ejemplo de ello se plasma en los inmensos beneficios que estas gigantescas plataformas recogen de todos los países del mundo, sin crear ninguna riqueza en ellos.
La segunda observación es que quienes asiduamente utilizan estas plataformas no valoran el daño que el comercio electrónico está produciendo a las economías locales, donde ellas viven. ¡Que buenas compras han hecho!, ¡Cuánto dinero se han ahorrado!, y ¡Que comodidad, recibirlas en el domicilio! Habrá un mañana y en ese mañana, cuando haya cerrado toda la industria, todo el comercio de esa zona ¿Dónde trabajarán esas personas y sus descendientes? Porque estas plataformas on-line sólo son viables si realizan un comercio depredatorio que angosta los mercados reales, no virtuales, en cada uno de los países donde operan.
Antes de alabar las novedades de este Caballo de Troya desbocado basado en el “libre mercado”, hay que valorar las nefastas consecuencias a medio plazo que provoca y plantear seriamente la defensa de las condiciones vitales de las economías reales. Imponiendo controles que homologuen realmente las tránsitos de mercancías y capitales, para evitar el filibusterismo comercial de las grandes plataformas on-line. Mientras tanto no es ninguna broma ejercer la soberanía sobre cada bolsillo comprando en el comercio cercano. ¡Compra en la Plaza, compra en el Centro, compra en tu Barrio!