La terapia peluda con Gisela y Piruleta funciona para animar a los más pequeños en un hospital
La interacción de perros de terapia en los hospitales con pequeños pacientes persigue arrancar sonrisas y reducir la ansiedad de los niños, un propósito que la entidad "Perruneando" logra cada lunes en un hospital de la provincia de Málaga.
Macarena Martín y Candela Martínez, dos terapeutas ocupacionales, acompañan a las verdaderas protagonistas de esta historia: Gisela, una Golden retriever de 4 años y pelaje claro, y Piruleta, una pequeña perra negra de 6 años que es una mezcla de varias razas, aunque aparenta ser un yorkshire.
Gisela fue sacada de un criadero y Piruleta rescatada de la calle siendo un cachorro. A pesar de haber tenido unos comienzos difíciles, las dos perras no se han amedrentado y no dejan de lamer, dejarse acariciar, dar la patita y jugar con los pequeños pacientes del Hospital Comarcal de la Axarquía, en Vélez-Málaga.
Desde las 9 de la mañana, los animales esperan pacientes a que los pequeños se despierten y acudan a la ludoteca tras desayunar. Las terapeutas de "Perruneando" se mueven por la planta de pediatría y entran en algunas habitaciones para hacer diferentes actividades o juegos con los niños.
El primer pequeño en aparecer en la ludoteca es Gonzalo, un inquieto paciente de 5 años que se acerca timorato a los canes y que, sorprendentemente, muestra más miedo hacia 'Piru' –como la conocen las terapeutas- que hacia 'Gise', mucho más grande, aunque también más tranquila. Finalmente, se suelta y acaricia y juega con ambas.
La directora técnica de la delegación en Málaga de "Perruneando", Macarena Martín, asegura a Efe que para los niños es "una motivación muy grande encontrarse con presencia animal porque les cambia por completo la idea de venir a un hospital". "Se relajan mucho y para ellos es súper chulo", subraya.
Durante la mañana, Oliver y María, de apenas 4 y 2 años, respectivamente, son guiados por sus padres hasta la ludoteca, donde –a pesar de una primera impresión miedosa- interactúan con los perritos hasta olvidarse de todo lo demás. La pequeña María esboza una sonrisa de oreja a oreja mientras mira perpleja a los canes.
El supervisor de pediatría y neonatos del Hospital Comarcal de la Axarquía, Javier Álvarez, explica a Efe cómo preparan a los niños para esta perruna visita: cuando se les sirve el desayuno, se les deja una invitación o carta en la que se les asegura que van a recibir una visita sorpresa, lo que crea expectación.
"La acogida es genial y prácticamente todos los niños interactúan con los perros, aunque al principio tengan un poco de rechazo", detalla Álvarez, que añade que el objetivo de estas inesperadas visitas es reducir la ansiedad de los pequeños durante el ingreso porque no deja de ser una situación que genera estrés.
Fran, de 11 años, es el mayor de los ingresado y prefiere ver la tele en su habitación acompañado de su madre. Sin embargo, su apesadumbrado rostro cambia por completo cuando 'Piru' y 'Gise' entran en su cuarto para jugar con él y se demuestra, con ejemplos como este, que la terapia animal funciona para animar a los más pequeños en un hospital.