Y así sucede que un médico, un abogado y cualquier profesional mal preparado cae sobre las personas, puestas confiadamente en sus manos, haciendo auténticos estragos en la sociedad. Todos los días aparecen casos en los medios de comunicación, con reivindicaciones de usuarios mal-tratados que claman al cielo. Y es que hay profesionales que han pasado por la Universidad, pero no han aprobado la carrera.
Eso de pasar de curso lo ha propiciado el mismo Ministerio de Educación en la enseñanza obligatoria, al dejar en manos de los padres que sus hijos pasen de curso sin aprobar, aunque la evaluación dada por los profesores no lo recomiende. Todos los profesores sabemos que sin evaluación no hay enseñanza. Aprobar un curso no significa pasar, aprobar es comprender lo que se ha estudiado, asimilar la teoría que se ha comprendido y saber poner en práctica lo que se ha asimilado. Después vendrá lo de completar con otras lecturas y medios pedagógicos lo que se ha aprobado; la llamada formación permanente.
Los que han estudiado bien saben que el estudio es una forma de alimentar la inteligencia, una manera de nutrir las capacidades mentales y el placer de gustar nuevos conceptos e ideas nuevas. Pero todos sabemos que eso no se hace sin esfuerzo, sin trabajo, sin codos. Aprobar supone haber probado antes aquello de lo que tenemos que dar cuenta, aunque no nos guste. La asignatura más importante es la Lengua, porque abre el camino a todas las demás. Y el mejor profesor de Lengua suele ser la madre, porque utiliza el sistema clave: enseña los objetos al niño, se lo repite sin cansarse hasta que lo asimile y le obliga a repetirlo con la práctica hasta que lo hace correctamente. El niño nunca olvidará lo que le enseñó su madre y expresará sin dificultad los sentimientos más íntimos. De ahí la importancia de la lengua materna.
Todos, de alguna manera, estamos obligados a estudiar. Y hay una asignatura pendiente que todos debemos aprobar, la experiencia. Se aprende con algunos libros, pero sobre todo se aprende con la gran enciclopedia del vivir. Los latinos llamaban a la experiencia “magistra vitae”; es decir, la gran maestra de la vida. Y el mayor lírico de la humanidad, San Juan de la Cruz, dijo: “En la tarde de nuestra vida, nos llamarán para examinarnos de la asignatura más importante, el amor”.