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La oposición recupera el poder en Dinamarca gracias a subida de derecha xenófoba

La oposición de derecha recuperó hoy el poder en Dinamarca gracias a la espectacular subida del Partido Popular Danés, formación de corte xenófobo que se convierte en segunda fuerza tras adelantar de forma sorprendente a los liberales

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  • Dahl. -

La oposición de derecha recuperó hoy el poder en Dinamarca gracias a la espectacular subida del Partido Popular Danés, formación de corte xenófobo que se convierte en segunda fuerza tras adelantar de forma sorprendente a los liberales.

El líder opositor, el liberal Lars Løkke Rasmussen, se perfila no obstante como futuro primer ministro, ya que cuenta con el apoyo de toda la oposición, incluida la derecha xenófoba, que deberá decidir ahora si entra en el gobierno o lo apoya desde afuera, como hizo con el ejecutivo liberal-conservador que gobernó de 2001 a 2011.

El triunfo de la oposición, que obtuvo el 52,4 % escrutado el 90 % de los votos, fue más holgado de lo que apuntaban las encuestas de los días previos y los sondeos a pie de urna, que pronosticaban una ligera ventaja y un papel decisivo para los cuatro mandatos de los territorios autónomos de Groenlandia y las Islas Feroe.


Los 90 escaños obtenidos provisionalmente por la derecha, frente al 47,6 % y 85 del bloque gubernamental de centroizquierda, marcan precisamente la mayoría absoluta y hacen irrelevantes esos mandatos.

Rasmussen, que ocupó la jefatura de Gobierno entre 2009 y 2011, deberá formar gobierno en situación de debilidad y con formaciones antagónicas en varios puntos como Alianza Liberal y los "populares", que apuestan por endurecer una de las ya de por sí más férreas políticas de inmigración de la UE y por aumentar el gasto público.

Con un ascenso de casi nueve puntos hasta el 21,2 %, parece difícil que el Partido Popular, que ya ganó las elecciones europeas de hace un año en Dinamarca, pueda mantenerse como apoyo externo del futuro gobierno, a pesar de que su líder, Kristian Thulesen Dahl, mantuvo la ambigüedad tras conocerse los resultados.

La caída de 7 puntos respecto a 2011, que ha supuesto pasar de ser la fuerza más votada a la tercera, con el 19,5 %, supone un duro golpe para Rasmussen, que ha pagado los escándalos por facturas pagadas a cuenta del partido y de una organización internacional que hace un año a punto estuvieron de costarle el mando del partido.

El Partido Socialdemócrata de la primera ministra, Helle Thorning-Schmidt, recuperó al menos la condición de fuerza más votada, con el 26,4 %, un punto y medio más, buenas cifras tras una legislatura convulsa, con un Gobierno en minoría contestado por sus recortes y por pactar reformas con la derecha.

Para Thorning-Schmidt supone además el primer avance en unas elecciones en sus diez años al frente del partido, un resultado que le podría permitir continuar en su cargo, pero que no fue suficiente para mantener el poder por el hundimiento de los social liberales, su socio en el ejecutivo, y de los socialistas populares.

Los social liberales vieron su apoyo reducido a la mitad hasta el 4,6 %, mientras que los socialistas, que abandonaron el Gobierno a mitad de legislatura por la polémica privatización parcial del principal grupo energético, cayeron cinco puntos hasta el 4,2 %.

La rojiverde Lista Unitaria se convirtió en la cuarta fuerza con el 7,8 por ciento, un punto más; y La Alternativa, una nueva formación ecologista de centro, logró el 4,6 %.

También registró un avance considerable Alianza Liberal, que sube del 5 al 7,5 %, mientras que el Partido Conservador, que en los ochenta llegó a liderar varios gobiernos, continúa la línea descendiente de la última década y logra un mínimo histórico del 3,4 %, un punto y medio peor.

La campaña electoral estuvo marcada inicialmente por temas como las reformas del Estado de bienestar y de los programas de desempleo, pero cuando los sondeos empezaron a apuntar una remontada del centroizquierda, Rasmussen tiró de un valor seguro: la carta de la inmigración, en este caso centrada en los refugiados.

La inmigración ha sido el tema estrella de los comicios daneses desde 2001, cuando la derecha se hizo con el poder con una campaña dura y con un tono rozando la xenofobia, sobre todo hacia la minoría musulmana, marcado por el Partido Popular y que ha transformado la política danesa moderna.

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