"Mamá, deja ya de correr”. Cada vez que Charo Pérez (1950) se ponía las zapatillas, salía a entrenar y pasaba por delante de casa, en Santa Clara, a su pequeña María no le hacía ninguna gracia. Asomada a la puerta, la niña reclamaba con tozudez la atención de su madre, de la que desde muy pequeña mamó el amor por el deporte, y la animaba más bien poco, enfurruñada porque la quería para ella sola.
Recuerdo que en la meta, en la Plaza de España, se dijo por megafonía que la primera sevillana se acercaba. Y la gente empezó a aplaudir...(34 años después...)
Hoy las tornas han cambiado. Es mamá la que anima a la pequeña María Pujol, reconocida triatleta sevillana, a lo largo de su poderosa carrera deportiva, plagada de éxitos en varias disciplinas. Lo hará, por supuesto, en un día muy especial que está por venir: el próximo 17 de febrero, día de la Maratón de Sevilla. Será, por cierto, la más femenina de todas las que se han celebrado hasta la fecha: casi 1.600 mujeres, según anunció este miércoles la organización.
Pero para Charo y María será especial por muchas razones. Sobre todo, porque la madre fue la primera sevillana que completó la prueba en la primera edición que se celebró, en el año 1985. Pero también porque esta distancia, mítica dentro del atletismo, es una de las pocas muescas que le quedan al curriculum de su hija María. Para ella será su primera maratón...
Pero volvamos, de nuevo, atrás en el tiempo. A principios de los 80, Chari ya ha completado su carrera de Medicina y su formación como especialista en Hematología. Trabaja en el Virgen del Rocío y es madre de tres hijos. Está divorciada, por lo que sobre ella recae todo el peso de su casa y de sus pequeños. Sus circunstancias son complejas y le dejan poco margen, pero pese a ello saca tiempo para el deporte, una pasión que, a la vista de María, llevaba en los genes.
“Iba y venía desde el hospital (a Santa Clara) corriendo, porque era el único momento en que podía. Un día, un compañero me propuso participar en la maratón. Así empezó todo. Por entonces en Sevilla ya empezaron a organizar carreras populares...”, recuerda Charo durante su charla con Viva Sevilla.
“En aquel tiempo no existían ni planes de entrenamiento, ni geles específicos... ¡Ni siquiera llevaba reloj encima! Cuando corría, le iba preguntando a la gente que qué hora era, y así controlaba el tiempo. En las semanas previas a aquella Maratón de Sevilla, en los periódicos se publicaban consejos para prepararse, pero poca ayuda más había”, prosigue.
Recordando el día de la carrera, a Charo se le dibuja una sonrisa: “Empecé a correr por la Avenida de la Palmera. Entonces me encontré con un grupo de gente extranjera, que corría de forma relajada, para divertirse. Les dejé atrás rápido. Y así me pasó con varios grupos. Cerca ya del final, noté un bajón grande. Pero, de repente, llegando a la meta de la Plaza de España, ocurrió algo maravilloso: se anunció que llegaba la primera sevillana, y entonces la gente empezó a aplaudirme. Recuerdo alboroto. Fue muy bonito”.
Su hija María ha heredado esa pasión desmedida por el deporte. “De pequeña no quería juguetes: sólo cosas para entrenar. Hacía de todo: hípica, fútbol, voleibol... hasta que tuve que especializarme”. Además de su dura rutina de entrenamientos y fisio, Pujol dirige dos escuelas de triatlón para pequeños en Alcosa. En ellos vuelca su vocación. Algún día lo hará en sus hijos. “Quiero ser mamá”, dice. Eso sí que será una maratón.