Jesús Benárquez y Pablo de la Prida sabían, al igual que el resto de su grupo, que tenían una buena idea entre manos. Ha llegado hasta la Gran Final y, desde la presentación, se nota en la cara de cada uno de ellos que es una oportunidad que no iban a desaprovechar. Entrega y desparpajo, unidos a un repertorio que ha caído de pie, hacen que el público se divierta desde el inicio.
La tanda de pasodobles la inauguran con una carta de amor a Cádiz desde el punto de vista de un sevillano, insistiendo en la falta de lógica que tiene que una agrupación de la capital hispalense le cante a la Tacita por carnavales. La segunda letra es un recordatorio precioso, salido del corazón, para su amigo Nacho, fallecido hace cuatro años y ex componente de la agrupación.
En los cuplés siguen agradando, y en la primera letra hablan de un problema que sufren con los supositorios, aunque eso les lleva a conseguir cuatro trofeos de tiro al plato. Mejor aún el segundo, en el que detallan que su novia se ha hecho naturalista y ya no se depila. El estribillo, claro, es coreado por todo el Teatro.
Jesús Benárquez y Pablo de la Prida sabían, al igual que el resto de su grupo, que tenían una buena idea entre manos. Ha llegado hasta la Gran Final y, desde la presentación, se nota en la cara de cada uno de ellos que es una oportunidad que no iban a desaprovechar. Entrega y desparpajo, unidos a un repertorio que ha caído de pie, hacen que el público se divierta desde el inicio.
La tanda de pasodobles la inauguran con una carta de amor a Cádiz desde el punto de vista de un sevillano, insistiendo en la falta de lógica que tiene que una agrupación de la capital hispalense le cante a la Tacita por carnavales. La segunda letra es un recordatorio precioso, salido del corazón, para su amigo Nacho, fallecido hace cuatro años y ex componente de la agrupación.
En los cuplés siguen agradando, y en la primera letra hablan de un problema que sufren con los supositorios, aunque eso les lleva a conseguir cuatro trofeos de tiro al plato. Mejor aún el segundo, en el que detallan que su novia se ha hecho naturalista y ya no se depila. El estribillo, claro, es coreado por todo el Teatro.