Primer acto: Moscú. Borrell va a Moscú a tratar de arreglar las relaciones entre la Unión Europea y Rusia y a protestar por el envenenamiento y la detención del opositor ruso Alexéi Navalni. El tiro sale por la culata porque el ministro ruso de Exteriores, Lavorv, le tiene preparadas dos trampas. La primera, atacar a Europa por los presos catalanes; la segunda, la expulsión de tres diplomáticos de países europeos.
Segundo acto: Doha (Catar). La ministra de Exteriores, González Laya, responde: “En España todos los ciudadanos tiene garantizados sus derechos y libertades y no hay presos políticos, hay políticos presos. Y espero que Alexéi Navalni tenga la oportunidad de participar y hacer campaña en las próximas elecciones rusas como la están haciendo los líderes independentistas catalanes que cumplen condena en España”.
Tercer acto: Barcelona. Pablo Iglesias: ”Si como miembro del gobierno voy a cualquier país y me dicen que los líderes políticos de los dos partidos que gobiernan en Cataluña están uno en la prisión y el otro en Bruselas, me están describiendo los hechos. Estas personas no han puesto bombas, no han disparado contra nadie. Pues es evidente que hay una situación de excepcionalidad, y lo tengo que reconocer como vicepresidente del gobierno español”. Y concluye: ”No hay una situación de plena normalidad política y democrática en España cuando los líderes de los dos partidos que gobiernan Cataluña el uno está en la cárcel y el otro en Bruselas”.
Cuarto acto: Bruselas. Borrell recibe críticas en el Parlamento Europeo por parte de parlamentarios de Europa Central y del Este, cercanos geográficamente a Rusia, por su viaje. Se une a las críticas Puigdemont pidiendo desde el estrado un “Borrellexit” (la salida de Borrell). Borrell le contestó que él es eurodiputado y Navalni fue envenenado.
Pablo Iglesias ya comparó a los catalanes huidos con los exiliados republicanos, lo que causó indignación y estupor entre las asociaciones memorialistas, y ahora hace un flaco favor a la democracia española en el escenario internacional alineándose -queriendo o sin pretenderlo- con las posiciones de un país autoritario como Rusia, que encarcela y envenena a los opositores. ¿Maniobra electoral en dos tiempos? Las dos declaraciones puede que le haga ganar simpatías entre los independentistas, que no votos, pero en la izquierda catalana no independentista y en todo el espectro político del resto de España sólo concita consternación.