El presidente elimina del Ejecutivo a todos los ministros de peso del depuesto presidente Ben Alí, como el de Interior, Ahmed Fría, el de Exteriores, Kamel Morjani, el de Defensa, Rida Grira, el de Finanzas, Rida Chalgum o el de Justicia, Lazar Karui.
Sin embargo, mantiene a Ghanuchi y a dos ministros de menor peso que pertenecían al partido del poder del antiguo régimen -la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD)- el de Industria, Hafif Chalbi y el de Planificación y Cooperación Internacional, Nuri Yuini.
El cambio respecto al contestado Gobierno anterior es fundamental, aunque se desconoce todavía el efecto que puede provocar en las protestas populares, que desde hace días demandan la salida de todos los ministros de Ben Alí del Ejecutivo, incluido el jefe del Gabinete.
Ghanuchi ocupó el cargo de primer ministro durante los últimos doce años con el anterior presidente, aunque no se vio mezclado en la corrupción que corroía al régimen y se le considera en general un buen gestor, más tecnócrata que político.
Fuentes próximas a las negociaciones indicaron a EFE que la conformación del nuevo Gobierno está cerrada, pero que su anuncio no se efectuó hoy, como estaba previsto, debido a que el presidente desea contar con su aceptación formal por parte de la oposición, especialmente de la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT).
La dirección del poderoso sindicato UGTT, que desempeñó un papel clave en la organización de las revueltas que forzaron la salida de Ben Alí, pidió al presidente que retrasase el anuncio del nuevo Gobierno hasta una reunión que celebrará mañana, jueves.
La oposición democrática en el país no sería reticente a aceptar a Ghanuchi al frente de un Gobierno sin los principales ministros del antiguo régimen, aunque demanda que se cree un denominado “Consejo Superior de Defensa de la Revolución”, encargado de pilotar la transición hasta la convocatoria de elecciones libres.
Ese “comité de sabios”, en torno a cuya composición las negociaciones continuaban hoy, se constituiría en una especie de autoridad moral que supervisaría el respeto de las conquistas democráticas y la limpieza del proceso electoral.
Entre los nombres que se barajan para presidir ese Consejo figura el de Ahmed Mestiri, una personalidad de prestigio.