Hace ya tres décadas desde que echó a andar la escuela infantil Cervantes en una destartalada nave. Después le seguiría la escuela de las Fuentezuelas. Este modelo social ha funcionado sin problemas durante sus primeros años, con independencia del grupo político que estuviera al frente del Ayuntamiento.
Pero en los últimos años, las escuelas infantiles viven momentos de zozobra por los continuos impagos del Consistorio, que está ligada a ellas con un contrato y que, casi de forma sistemática, retrasa los pagos a las trabajadores de estos centros (también el Centro de Atención Infantil Temprana).
La cooperativa Ceian, que gestiona estos centros, y el propio Ayuntamiento se van a ver las caras mañana en el Sercla y, de no haber acuerdo, todo hace indicar que se vivirá una nuevahuelga de trabajadores, con el perjuicio que ello conlleva para el centenar de familias que llevan a sus hijos a estas escuelas.
El equipo de gobierno municipal se escuda en que no puede seguir pagando por plazas no ocupadas, pero detrás de ese argumento se esconden sus reticencias a un modelo que ha contado con la aprobación de las familias y que beneficia sobre todo a las capas sociales más desfavorecidas.
La asfixia financiera del Ayuntamiento no puede ser una excusa para normalizar la situación de unos centros que, si han sido buenos y necesarios durante 25 años, deben seguir siéndolo.
