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Piornal cambia la chapa por la pintura

Una estudiante jerezana de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla forma parte por segundo verano consecutivo del grupo de alumnos elegidos para embellecer las fachadas del frío pueblo cacereño con una técnica especial

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  • Los jóvenes en plena faena. -

Es tiempo de verano, de desconectar, de ir a la playa y quedar con los amigos, de pegarse una escapada aunque sea de dos días, pero para Ana Domínguez Corrales, de 22 años, y estudiante jerezana de Bellas Artes en la Universidad de Sevilla que para septiembre comenzará su quinto curso es tiempo de volver a Piornal (Cáceres) y reencontrarse con los 1.500 habitantes con los que pasó sus vacaciones el año pasado. Ana forma parte del equipo de estudiantes que capitanea su profesora María José García del Moral, directora artística y profesora de Pintura al natural, y que integran también Aída Hernández Blasco, De Elche (Alicante),  José España Martín, de Vélez (Málaga), Pablo Castañeda, de Cádiz, Pedro Parra Moreno de Ciudad Real y  Alberto Prats, de Sanlúcar. Todos son compañeros de la facultad y el pasado año fueron seleccionados por sus cualidades para una experiencia que, a excepción de uno de ellos, volverán a repetir.


Por delante tienen  como mínimo un mes para embellecero tras tantas fachadas de las casas de ondulina (placas de metal) con las que están fabricadas muchas de estas casas para protegerse de los fríos y lluviosos inviernos de este pequeño municipio pero que tanto deslucen estéticamente la imagen de Piornal. El convenio firmado el pasado año entre el Ayuntamiento de Piornal y la Universidad de Sevilla, con una duración de cuatro años, permitió empezar a actuar el pasado verano y este próximo domingo esta expedición regresa a Cáceres para continuar con su labor. El pasado verano pintaron dos fachadas, y de antemano para el mes y pico que estén ya no tendrán que lidiar con el escepticismo inicial con el que los recibieron los habitantes. “Había un poco de miedo por cómo iban a quedar sus casas y se dejaron dos, pero a medida que íbamos terminando algunos nos llegaban a preguntar en qué lista tenían que apuntarse”, explica Ana, a quien nunca dejará de sorprender la hospitalidad y la acogida que le demostraron en este pueblo. De hecho, el pasado enero volvieron de visita para conocer sus fiestas. “Los vecinos venían a vernos y nos daban cerezas, refrescos, nos invitaban a barbacoas, se portaron muy bien con nosotros”. Teniendo en cuenta que las pinturas especiales con las que se pintaron los exteriores de estas casas han resistido heroicamente a las heladas y las lluvias del último año y están intactas, no es de extrañar que a su vuelta se encuentren con lista de espera.

toda una experiencia
No cobrarán pero tendrán alojamiento y manutención pagados durante el tiempo que estén allí, sin contar con los créditos que obtendrán y el reconocimiento que supone tomar parte de este proyecto pionero. Y es que la Universidad pone los materiales y el pueblo se ocupa de que su estancia sea inolvidable. Por eso, esta joven estudiante jerezana está encantada y cree que le merece la pena y sobre todo le compensa “sacrificar” su tiempo libre del verano para participar en esta iniciativa. “Estamos trabajando 24 horas en equipo con un grupo que se convierte en tu familia y con una profesora que sabes que ha apostado por ti y a la hora de formarte te aporta mucho”, explica.
Su rutina empieza a las 8.30 horas y finaliza cuando oscurece, hace muchísimo calor, pero se buscan la fórmula de salir airosos. “Primero preparamos el material y nos repartimos el trabajo del día. A las 12.30 hacemos un descanso porque con el sol ya no se puede y a las 4 ó 5 volvemos a pintar aprovechando la sombra”, señala. Su máxima es aprovechar al máximo las horas de luz por eso pueden estar pintando tranquilamente hasta que empieza a oscurecer. 

Además, de cara a este año, en el que en principio se pintarán tres o cuatro fachadas más,  puede que uno de sus dos bocetos presentados se traslade a una de las casas.  Ninguna de las pinturas se escoge al azar, ya que la idea es trazar una ruta donde cada uno de los motivos pintados guarde una relación y esté en consonancia con las señas de identidad del pueblo. Este año, Ana ha apostado por un paisaje de árboles otoñal que tiene muchas papeletas de ilustrar una de estas casas. ¡Mucha suerte!

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