A finales del siglo XX, España tan solo cazaba ballenas desde la costa gallega, y dicha moratoria fue el final de esta caza. Sin embargo, antes de este final, España había sido una gran potencia a nivel mundial en cuanto a la captura de cetáceos. De hecho, la región del Golfo de Cádiz era una de las zonas más importantes, durante todo el siglo XX en esta industria, siendo la ballenera de Getares una de las más importantes.
La ballenera de Getares ha tenido dos periodos de actividad durante su existencia. El primero de estos periodos, entre los años 1920 y 1927, fue probablemente el más rentable de la ballenera. Las capturas llegaron a ser de más de 4.500 rorcuales comunes y 356 cachalotes, especies que todavía hoy podemos observar en aguas del Estrecho.
Lo curioso de las capturas es que también incluían rorcuales boreales, ballenas azules y yubartas, especies muy difícilmente observables en el Estrecho. Esto es debido a que las capturas no se realizaban en aguas del Estrecho sino en aguas del Golfo de Cádiz.
Las embarcaciones salían de la ensenada de Getares, y navegaban por aguas del Golfo de Cádiz durante a veces 4 y 5 días durante los cuales capturaban cuantos más animales posibles, y los dejaban flotando en el costado de las embarcaciones. Pasados estos días, los llevaban a la factoría de Getares, donde eran procesados. Fueron tantas las capturas por esos años, que en muchas ocasiones, las embarcaciones no podían salir al mar, debido a que la factoría no podía procesar tantos animales.
Los animales capturados eran procesados por completo. Cada parte de las ballenas era utilizada y tenía una utilidad. La grasa, muy abundante en estas especies, era fundida, y era utilizada como recurso energético. En esa época, la iluminación de todas las calles de Londres se basaba en grasa obtenida de las ballenas. La carne era vendida, y de hecho, en Algeciras, era tanta la cantidad de carne obtenida que se repartía gratuitamente al Campo de Gibraltar en algunas ocasiones. Las barbas de los rorcuales, (equivalente a los dientes en los delfines), eran utilizados como corsés, como bastones… Incluso los huesos eran procesados en harinas. La industria ballenera en esa época era muy lucrativa, y nada se desperdiciaba de los animales. No producía contaminación. Lo único que no se preveía fue que se podría agotar el recurso.
A finales del 1927, la factoría de Getares cerró, y no fue hasta 1950 cuando volvió a abrir sus puertas. Esta segunda etapa no fue tan prodigiosa en cuanto a capturas. Si durante el primer periodo se capturaron más de 5.000 animales, en el segundo periodo, entre 1950 y 1965, tan solo se capturaron unos 800 animales. Las capturas fueron más limitadas en esta época. El sistema de capturas fue el mismo, con embarcaciones saliendo al Golfo de Cádiz para capturar cachalotes y rorcuales comunes principalmente.
En el año 1965, el buque Pepe Luis López, se hundió en aguas del Estrecho, con sus 14 tripulantes a bordo, después de un gran temporal, y fue el desencadenante del final de la ballenera de Getares. Después de un siglo de caza ballenera, el recurso estaba agotado, y la supervivencia de las ballenas en entredicho.
Sin embargo, los balleneros volvieron a visitar las aguas del Estrecho. En 1996 una nueva factoría abrió sus puertas en aguas de Tarifa, seguida de cerca por otra en 1998, y así sucesivamente abrieron hasta 5 nuevas empresas.
La nueva flota ballenera cuenta actualmente con 8 embarcaciones. Esta nueva industria se basa sin embargo en una actividad sostenible en el tiempo, siempre y cuando se desarrolle siguiendo códigos de conducta estrictos, y siempre que no llevemos a superar la capacidad de carga del sistema. Esta nueva actividad se llama avistamiento de cetáceos, y los únicos que intentar capturar a los animales son turistas, que los capturan con sus cámaras fotográficas y de video.